viernes, 17 de agosto de 2012

Mensajeros de Zapata y sus espías


Sabido es que el líder agrarista de México, Emiliano Zapata, fue arriero en su juventud, pero lo que poco se sabe es que ya como revolucionario, habiendo conocido bien los caminos del Estado de  Morelos y sus alrededores, el Caudillo del Sur se apoyó en los arrieros, sus antiguos compañeros, para combatir a las tropas federales.
Así lo ilustra el escritor veracruzano Gregorio López y Fuentes en su novela histórica Tierra (1932) cuando habla del coronel Eusebio Jáuregui, quien al ser capturado por los carrancistas, enemigos de Zapata, éstos lo reconocieron  como espía del zapatismo y hábilmente lo utilizaron para armar el complot que acabó con el asesinato del jefe guerrillero. http://es.wikipedia.org/wiki/Emiliano_Zapata
Esto es paradójico, porque los arrieros, que bien le sirvieron al Caudillo del Sur en su ascenso como revolucionario, finalmente, sin proponérselo siquiera, sólo como mensajeros contribuyeron a su ruina.
Resulta que Jáuregui, como prisionero de Jesús Guajardo, fue objeto de especiales consideraciones por parte de éste, hasta hacerle sentir que estaba dispuesto a pasarse al zapatismo, lo que aprovechó Jáuregui para enviar mensajes a su jefe Zapata, a través de conocidos arrieros, sobre la posibilidad de conseguir la adhesión del jefe carrancista.
“La respuesta no se hizo esperar”, dice Lópéz y Fuentes: “Otro arriero, arriando tres burros cargados, trajo, dentro de un  bulto de carne seca, una carta para Guajardo y otro papel con instrucciones para Jáuregui (de parte de Zapata). El mismo arriero se llevó la respuesta”.
Hubo un intercambio de comunicaciones, donde el traidor Guajardo se ganó la confianza del jefe zapatista, y lo demás es historia: se concretó la cita fatal en la Hacienda de Chinameca, Morelos, donde el Caudillo del Sur fue traicionado y acribillado el 10 de abril de 1919.
Fuente: Gregorio López y Fuentes. “Tierra” (1932)

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