Asaltantes de caminos.
En sus
memorias sobre el viaje que hizo a México en 1824, el italiano Giacomo
Constantino Beltrami afirma que en todo su recorrido por el país la mayor
dificultad fue convencer a la gente de que su viaje no tenía otro objetivo que
el turismo, desconocido en ese tiempo por los mexicanos. “Su manera de pensar está tan alejada de esta idea, que me hacían
siempre el honor de considerarme como un loco o como un pícaro”, dice
Beltrami.
Entre aduanas, alcabalas y bandidos
Además de la
inseguridad provocada por las frecuentas revueltas del siglo XIX, el viajero
tenía que lidiar con los malos caminos, el pésimo hospedaje y la falta de
alimentos, lo mismo que con la plaga de aduanas, alcabalas y bandidos que
proliferaban en el país.
El gobierno
con las aduanas, las provincias internas con sus alcabalas y los ladrones con
sus asaltos parecían ponerse de acuerdo para esquilmar al viajero, como si el
robo fuera un derecho de peaje.
Bandidos al acecho y con protección
oficial
Todo desfiladero
o recodo del camino, cualquier sitio sombreado, podía ser refugio de ladrones.
En la
carretera más transitada, la de México-Veracruz, las gavillas trabajaban en
perfecta organización y bien pertrechadas. Con frecuencia actuaban bajo la
protección de policías y funcionarios corruptos.
En muchos
estados, como San Luis Potosí, los rufianes robaban a los viajeros
desprevenidos y poco armados. La falta de comunicaciones facilitaba su evasión
y la ausencia de una policía organizada aseguraba su impunidad.
Pobre de aquél que no llevara dinero
Las víctimas
de asaltos advertían sobre la necesidad de salir al camino por lo menos con 50 pesos
para no verse con las manos vacías cuando se toparan con ladrones, ya que en
tal caso éstos se enojarían mucho y como consecuencia el viajero podría recibir
malos tratos e incluso perder la vida.
Tal práctica
era tan común que en una ocasión se vio anunciado en las calles de la Ciudad de
México lo siguiente: “El General de
Bandas ha recibido la información de que los viajeros se dispensan de llevar
una suma razonable cuando viajan, por lo que se les previene a aquellos que no
lleven en su poder por lo menos doce pesos, que serán apaleados”.
Fuente: Margo Glantz. Viajes en México. Secretaría de Obras
Públicas (1972).
Imagen: Óleo sobre tela anónimo
(MNV-INAH). Gran Historia de México
Ilustrada (2002.
Para mayor información sobre el tema, recomiendo al apreciado lector el siguiente artículo publicado en este mismo blog: http://arrierosdemexico.blogspot.mx/2013/05/los-heroes-del-camino.html
También se refiere al tema la siguiente entrada: http://arrierosdemexico.blogspot.mx/2013/04/los-viejos-caminos-reales.html
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