Traslado de un señor azteca (Códice Panes Abellán)
Debido a que nuestros antepasados indígenas no disponían de
bestias de carga ni conocían la rueda en su función vehicular, tuvieron que
ingeniárselas para transportar durante viajes largos a personajes o incapacitados,
razón por la cual dieron en usar habitualmente hamacas para cargarlos.
Sobre este singular medio de transporte, al que no pudo
resistirse ni el gran benefactor de los indios, fray Bartolomé de las Casas, nos
ilustra el fraile dominico Tomás de la Torre en su libro “Desde Salamanca, España, hasta Ciudad Real, Chiapas. Diario del viaje.
1544-1545”.
Explica De la Torre que “los
indios atan los extremos de la hamaca a una vara recia y de una parte y de otra
llevan sobre los hombros al que va en ella sentado. Es cosa bien apacible ir allí, aunque algunos se almarean y en estas
duermen comúnmente los indios […] Estas usan ellos para llevar a sus señores y
principales y a los enfermos y en estas andan ahora las mujeres de Castilla que
van en camino y aun los españoles se hacen llevar en estas cuando van a sus
pueblos…”
Tal testimonio demuestra que a algunos españoles les encantó
el singular y comodino medio de movilizarse, aunque a otros les parecía una
ofensa en contra de la dignidad de los indígenas, como era el caso del obispo
fray Bartolomé de las Casas, enemigo acérrimo de las hamacas (como vehículo).
Pero al fin de cuentas ni el mismo Bartolomé pudo nada
contra la “voluntad divina”, pues durante este viaje tuvo que doblar las manos
ante la fiebre que le impedía caminar, aceptando el ruego de sus compañeros
para subirse a la hamaca y continuar el viaje a Ciudad Real.
Dice De la Torre que aunque ya iba casi muerto por la
calentura, el padre vicario no quería “entrar
en hamaca y lo tenía por sacrilegio; pero allí no pudo dejar de condescender
con el ruego de los padres más antiguos…”
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