La arriería fue un oficio de rancheros. No todos los
rancheros eran arrieros, pero por lo general todos los arrieros fueron
rancheros, porque sólo ellos tenían la capacidad de trabajar habitualmente con
bestias de carga. La gente de ciudad, dedicada a otros menesteres, aprovechaba bien
los servicios del arriero, pero no conocía el oficio.
El ranchero, tan ligado a la arriería, tenía un perfil muy
característico. La plaza del mercado en
Veracruz es un documento anónimo escrito probablemente por un extranjero,
quizás inglés, a quien tocó vivir el final de la guerra de Independencia de
México (1821). Este documento hace una descripción interesante del puerto jarocho en el Siglo XIX, con sus
diferentes clases sociales, y refiriéndose al ranchero o modesto agricultor,
dice lo siguiente:
El ranchero mexicano
cuando no está ocupado en la venta de sus productos en el mercado, viene
cruzando la campiña sobre su pequeño, briosísimo y muy enjaezado corcel al que
obliga a hacer cabriolas y con el que se precipita en el mercado como un
caballero. Jala con rudeza del caballo, levantando así mucho polvo, y en medio
de un gran tintineo producido por los botones y ornamentos de plata y latón se
apea envuelto en la nube de polvo y arena que ha levantado, como alguien que
hubiera realizado una proeza magistral digna de ser admirada, entrando a la
plaza con aire de potentado, con airosa vanagloria, consciente de la admiración
general y ansioso de mostrar en reciprocidad una cortesía amplia a todo el
mundo… Las bridas de su caballo son de plata maciza, porta un cuchillo de hoja
muy ancha (machete) o una espada que cuelga elegante y amenazadoramente del
cinturón y se cimbra suavemente junto a su muslo izquierdo. Constantemente
saluda quitándose el sombrero y estirando el brazo a todo lo que éste pueda
dar, pero apenas sonríe.
Si el apreciable lector desea más información sobre el
origen y desarrollo del caballo en México, lo invito a leer el siguiente
artículo:
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