Entrada de Nuño de Guzmán a Michoacán.
Sorprende la
rapidez con que los indios aprendieron a valerse de los caballos, luego de
haberlos confundido, al llegar los españoles, con espantables monstruos, mitad
hombres y mitad bestias. Pronto se dieron cuenta que eran dos seres distintos,
el hombre sobre la bestia, y aprendieron a domarlos y a montarlos, aunque en un
principio se les prohibió hacerlo.
Los Oidores
de México, en carta que enviaron en 1531 a la emperatriz de España, dicen de ese cambio
de los indios: “No soliendo antes parar
delante de un caballo en viéndole correr, agora en un juego de cañas se andan
entre el tropel de los caballos y de las varas, más sin temor que los españoles
y con hasta más destreza para se saber guardar de ellos”.
Sin embargo,
no fue fácil para los españoles ver a un indio montado a caballo. Al propio fray Toribio de
Benavente, Motolonía, célebre benefactor del indio, en carta al rey, en 1555,
le preocupaba que los indios llegaran a sentirse en igual posición a los
españoles, y así le sugería que “pues que
ya muchos indios usan de caballos, no sería malo que Vuestra Majestad mandase
que no se diese licencia para tener caballos sino a los principales señores,
porque si se hacen los indios a los caballos, muchos se van haciendo jinetes y
querranse igualar por tiempo a los españoles”.
Los indios ya usaron caballos en la
Guerra Chichimeca
Apenas entraba
la Conquista en todo su rigor cuando comenzaron los indios a adiestrarse en el
manejo del caballo, tanto así que medio siglo después de la toma de
Tenochtitlan, durante la Guerra Chichimeca (1550-1600), los indios del centro y
norte del país ya usaron caballos, habiéndoles perdido el miedo no sólo a éstos,
sino también a los españoles.
Por cierto
que en su afán de infundir temor al enemigo, dice un informe, los indios se
pintaban y adornaban en forma tan horrible, para entrar en combate, que hasta las mulas se espantaban.
Llegaron a manejar el caballo mejor que
españoles
Al comenzar
la guerra, en 1550, los indios robaban caballos de las estancias ganaderas,
para comérselos, pero pronto aprendieron a montarlos hasta llegar a ser “más señores de ellos que sus dueños”.
El caso es
que para 1585, en la última etapa de la Guerra Chichimeca, se generalizó el uso
del caballo entre los indios, poniendo en graves aprietos a los españoles:
“Ya no se contentan con atacar a pie
en los caminos, sino que les ha dado por robar caballos y yeguas rápidas y por
aprender a montar en pelo, con el resultado de que su tipo de guerra es mucho
más peligroso que antes, porque, a caballo, atacan y huyen con gran velocidad”.
Un privilegio para los aliados
indígenas usar caballos
Igual que el
conquistador Cortés, los virreyes de la Nueva España se apoyaron en miles de
indios amigos para continuar la conquista en el norte del país, de suerte que,
primero a los caciques, y después en forma generalizada a los aliados, les
autorizaron, entre otros privilegios, el uso del caballo.
De hecho, una
de las condiciones impuestas por los tlaxcaltecas para colonizar y ayudar en la
pacificación de las fronteras fue la siguiente: “Que los indios principales de la ciudad que fueren a la dicha
población y sus descendientes puedan
tener y traer armas y andar a caballo ensillado sin incurrir en pena”.
Nace el caballo criollo mexicano,
fuerte y airoso
Al paso del tiempo
los caballos andaluces fueron cruzados con otros provenientes de otras regiones
españolas, formándose un caballo criollo mexicano, de más baja alzada, pero muy
fuerte y airoso, que el charro mexicano enseñó a su modo: bueno para la
carrera, el salto, el jaripeo, el coleadero, la embestida, el desfile y aún las
gracias que los buenos caballos saben hacer, de bailar a la voz del amo.
Obras consultadas:
Philip W.
Powell. La Guerra Chichimeca (1550-1600).
Secretaría de Educación Pública. México. 1984. Heriberto García Rivas. Dádivas de México al mundo. Ediciones
Especiales de Excélsior, Cía. Editorial, S.C.L. México. 1965.
Imagen: De la página El Teul en Facebook.
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