viernes, 9 de noviembre de 2012

Cómo cruzaban los arrieros el Río San Jerónimo


En Un viaje en mula entre Acapulco y México vimos las dificultades con las que Madame Callegari cruzó el caudaloso Río Balsas en 1854.  Ahora nos enteraremos de la curiosa forma que tenían los arrieros para pasar con sus mercancías los grandes ríos, concretamente el de San Jerónimo, según informa Salvador Castelló Carreras, español de Cataluña, en su Diario de Viaje por el Río Balsas y la Costa Grande de Guerrero. 1910.
Este viajero participó entre los meses de septiembre y octubre en la expedición canadiense encabezada por el coronel Andrews D. Davidson, que navegó el Río Balsas desde el pueblo del mismo nombre hasta su desembocadura en el Océano Pacífico -casi 500 kilómetros-, para continuar a caballo por la Costa Grande hasta el Puerto de Acapulco: otros 340 kilómetros. Durante la cabalgata emplearon a diez arrieros con 10 caballos y 30 mulas.
Los objetivos de la expedición eran dos: apreciar la riqueza agropecuaria, forestal y minera de Guerrero, con perspectivas de explotación y colonización, y señalar el trazado general de una vía férrea que, arrancando de Balsas, recorriera la cuenca de este río y siguiera hasta Acapulco, de donde continuaría a Chilpancingo y a Iguala. Tales proyectos quedaron truncos al desatarse en ese mismo año la Revolución Mexicana.
En el Río San Jerónimo los viajeros observaron con gran interés la forma cómo lo cruzaban los arrieros:
Cuando llegamos al vado numerosos arrieros esperaban turno y sucesivamente ocupaban sitio en las piraguas, donde se cargaba también la mercancía que conducían. Al marchar aquéllas, arreábanse tras ellas las caballerías que a nado pasaban el río conduciendo la embarcación al otro lado. Por lo original, el procedimiento nos interesó en gran manera, dice este escritor, quien por cierto era tío de doña Carmelita Romero Rubio, esposa del presidente Porfirio Díaz.

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