viernes, 9 de agosto de 2013

Pronto aprendieron los indios a manejar el caballo

Entrada de Nuño de Guzmán a Michoacán.

   Sorprende la rapidez con que los indios aprendieron a valerse de los caballos, luego de haberlos confundido, al llegar los españoles, con espantables monstruos, mitad hombres y mitad bestias. Pronto se dieron cuenta que eran dos seres distintos, el hombre sobre la bestia, y aprendieron a domarlos y a montarlos, aunque en un principio se les prohibió hacerlo.
   Los Oidores de México, en carta que enviaron en 1531 a la emperatriz de España, dicen de ese cambio de los indios: “No soliendo antes parar delante de un caballo en viéndole correr, agora en un juego de cañas se andan entre el tropel de los caballos y de las varas, más sin temor que los españoles y con hasta más destreza para se saber guardar de ellos”.
   Sin embargo, no fue fácil para los españoles ver a un indio montado  a caballo. Al propio fray Toribio de Benavente, Motolonía, célebre benefactor del indio, en carta al rey, en 1555, le preocupaba que los indios llegaran a sentirse en igual posición a los españoles, y así le sugería que “pues que ya muchos indios usan de caballos, no sería malo que Vuestra Majestad mandase que no se diese licencia para tener caballos sino a los principales señores, porque si se hacen los indios a los caballos, muchos se van haciendo jinetes y querranse igualar por tiempo a los españoles”.

Los indios ya usaron caballos en la Guerra Chichimeca

   Apenas entraba la Conquista en todo su rigor cuando comenzaron los indios a adiestrarse en el manejo del caballo, tanto así que medio siglo después de la toma de Tenochtitlan, durante la Guerra Chichimeca (1550-1600), los indios del centro y norte del país ya usaron caballos, habiéndoles perdido el miedo no sólo a éstos, sino también a los españoles.
   Por cierto que en su afán de infundir temor al enemigo, dice un informe, los indios se pintaban y adornaban en forma tan horrible, para entrar en combate, que hasta las mulas se espantaban.

Llegaron a manejar el caballo mejor que españoles

   Al comenzar la guerra, en 1550, los indios robaban caballos de las estancias ganaderas, para comérselos, pero pronto aprendieron a montarlos hasta llegar a ser “más señores de ellos que sus dueños”.
   El caso es que para 1585, en la última etapa de la Guerra Chichimeca, se generalizó el uso del caballo entre los indios, poniendo en graves aprietos a los españoles:
   “Ya no se contentan con atacar a pie en los caminos, sino que les ha dado por robar caballos y yeguas rápidas y por aprender a montar en pelo, con el resultado de que su tipo de guerra es mucho más peligroso que antes, porque, a caballo, atacan y huyen con gran velocidad”.

Un privilegio para los aliados indígenas usar caballos

   Igual que el conquistador Cortés, los virreyes de la Nueva España se apoyaron en miles de indios amigos para continuar la conquista en el norte del país, de suerte que, primero a los caciques, y después en forma generalizada a los aliados, les autorizaron, entre otros privilegios, el uso del caballo.
   De hecho, una de las condiciones impuestas por los tlaxcaltecas para colonizar y ayudar en la pacificación de las fronteras fue la siguiente: “Que los indios principales de la ciudad que fueren a la dicha población y sus descendientes puedan tener y traer armas y andar a caballo ensillado sin incurrir en pena”.

Nace el caballo criollo mexicano, fuerte y airoso

   Al paso del tiempo los caballos andaluces fueron cruzados con otros provenientes de otras regiones españolas, formándose un caballo criollo mexicano, de más baja alzada, pero muy fuerte y airoso, que el charro mexicano enseñó a su modo: bueno para la carrera, el salto, el jaripeo, el coleadero, la embestida, el desfile y aún las gracias que los buenos caballos saben hacer, de bailar a la voz del amo.
Obras consultadas:
Philip W. Powell. La Guerra Chichimeca (1550-1600). Secretaría de Educación Pública. México. 1984. Heriberto García Rivas. Dádivas de México al mundo. Ediciones Especiales de Excélsior, Cía. Editorial, S.C.L. México. 1965.
Imagen: De la página El Teul en Facebook.
Artículo relacionado: http://arrierosdemexico.blogspot.mx/2013/08/el-dificil-transito-entre-tamemes-y.html

viernes, 2 de agosto de 2013

El difícil tránsito entre tamemes y recuas


   El tránsito entre los indios cargadores y las recuas, como medio de transporte en la Nueva España, no fue fácil. Desde la toma de Tenochtitlan por los conquistadores españoles, en 1521, pasaron 30 años para que se iniciara en serio la sustitución de los tamemes por las carretas y las mulas.
   En el México antiguo habían sido los tamemes quienes con pesadas cargas sobre sus espaldas abastecían a las ciudades de toda clase de mercancías y tributos, ya que no había bestias de carga y tampoco se utilizaba la rueda como vehículo de transporte.
    “Todas las cosas del tributo las llevaban a México, de cualesquiera regiones por lejos que estuvieran, unos como fuertes cargadores, porque todavía no conocían las bestias de carga y por consiguiente estaban acostumbrados todos casi desde la cuna a llevar peso”, dice Francisco Hernández en su obra “Antigüedades de la Nueva España”.

Órdenes de la Corona española a don Luis de Velasco

   Correspondió al virrey don Luis de Velasco, padre, quien gobernó la Nueva España entre 1550 y 1564, aplicar las nuevas leyes de la Corona española que disponían sustituir a los tamemes por mulas, para evitar “los muchos daños e perjuicios en sus vidas por las inmoderadas cargas que les echan, llevándolas de unas partes a otras”.
   De manera específica el rey instruyó a Velasco para que tan pronto llegase a México abriera caminos y sustituyera a los indios cargadores por mulas.
   A su vez, el antecesor de Velasco, el virrey Antonio de Mendoza, al comentarle que él tuvo especial cuidado en mejorar los caminos de Nueva España para evitar el abuso a los tamemes, le recomendaba la continuación de estas obras, en especial el camino a las minas de Zacatecas “para que puedan ir e venir por él arrias y se excusen las vejaciones de los indios”.

Surgen dificultades para cumplir las nuevas leyes

   Sin embargo, con todo y su buena voluntad, no fue fácil para Velasco acatar las instrucciones reales. En su informe al monarca, de 1553, dice que a causa de haberse abolido los servicios personales y los tamemes, se perjudicaron la minería y la agricultura, pues “lo que se puede proveer con caballos y otras bestias de carga es poco”.
   En la ciudad de México, informa Velasco, la situación no podía ser más grave, porque eran los indios quienes llevaban la mayor parte del tributo de la Real Hacienda y de los particulares, en su mayor parte bastimentos, y al abolirse los servicios personales, la ciudad quedó desabastecida de carbón, leña, trigo, maíz y otros artículos, sin que hubiera forma de suplir a los cargadores, debido a la escasez de carretas y bestias. Velasco calculaba entonces en “doscientas mil bocas” la población de la capital, incluyendo forasteros.

Los tamemes desafiaron a los siglos: todavía existen

   No obstante los problemas que acarreó la orden de sustituir a los indios cargadores, Velasco se mantuvo firme en aplicarla, valiéndose para ello de su leal colaborador, el visitador Diego Ramírez; pero lo único que pudo hacer Ramírez fue confirmar que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.
   En su informe de 1551, Ramírez asegura que cuando se envió al licenciado De la Marcha para pregonar en Guadalajara la real orden que prohibía usar a los indios como bestias de carga, “no lo quiso hacer, antes dio a entender al pueblo que (esto) era perjudicial, y de allí llevó muchos tamemes cargados por todo el camino que anduvo, hasta llegar a las minas de Zacatecas, donde los mineros y encomenderos, personas prósperas, le hicieron banquetes, a los cuales el dicho visitador ha favorecido y favorece”.
   Asimismo, el propio Ramírez, refiriéndose a la provincia de Pánuco, dice en carta al rey que “es notorio que los indios de aquellas provincias están muy fatigados con excesivos tributos que dan a sus encomenderos, trayéndolos como los traen a cuestas a la ciudad de México”. En la misma carta acusa al Oidor de la Real Audiencia, licenciado Tejeda, de obligar a los indios a llevar a México bastimentos, leña y yerba para los caballos.
   El hecho es que, a casi cinco siglos de distancia, en las zonas indígenas del México actual, a falta de otros medios de transporte, todavía muchos aborígenes cargan sus pertenencias sobre la espalda.
Obra consultada:
J. Ignacio Rubio Mañé. Don Luis de Velasco, el virrey popular. México. 1945.
Imagen: Códice Florentino, UNAM-INAH. Gran Historia de México Ilustrada. Ed. Planeta. 2002.
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